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La que sostiene el micro es la abuela Lolita. “Estoy muy contenta de los nietos que tengo” afirma, orgullosa. En total 6. Los más pequeños son Iván y Diana. “Mis yayos son los mejores del mundo, y ojalá fueran eternos” dice él. “Sin ellos no sería tan feliz” confiesa ella. Un sentimiento recíproco que describe así el abuelo Virgilio. “Solamente con que me den un beso, casi, casi me emociono”, asegura. Aunque no tanto como el día que se enteró de que sería abuelo por primera vez. “Me puse a llorar de la alegría”. Lolita y Virgilio tienen 84 años y siguen viviendo en su casa, en Valencia, otros abuelos celebran su día en residencias como esta de Tordesillas. Aquí trabaja Andrea y una de las residentes es Carmen, su abuela. “A mí me encanta tenerla aquí al lado” nos cuenta. “¿A quién malcrías más?” le pregunta Andrea “A ti”,  responde Carmen. Están encantadas de tenerse tan cerca. En otros muchos casos no hay tanta suerte...“Yo creo que se pierden muchas cosas los nietos que no vienen a ver a sus abuelos” se lamenta Andrea. En su labores como terapeuta ocupacional en la residencia, observa con frecuencia la ilusión que despierta en los mayores cada visita de los nietos, en relaciones que enriquecen siempre a ambas partes. Aún hoy, los abuelos continúan siendo una fuente de sabiduría que se echa de menos cuando falta.

-Redacción-